Por una simple sonrisa.

Entró en la habitación con su "príncipe" en brazos, molesto consigo mismo por no poder permitirse nada más lujoso para poder complacer por completo al muchacho. Mantiendo aún el ligero rubor en mis mejillas al entrar en esa situación a la cantina, me separé de esos labios que me estaban volviendo loco y que no había querido soltar más tiempo del necesario.
-Siento no poder ofrecerte nada mejor - suspiré pesadamente, dejando su cuerpo sobre la desastrosa cama, sin dejar de acariciar sus cabello mientras, recostado, sin apoyar mi peso, sobre él, mis labios recorrieron su cuello, dando pequeñas lamidas y mordiéndolo con sumo cuidado para no desgarrar su delicada piel.

Se colgó de su cuello, corespondiendo aquel beso con los ojos entrecerrados, disfrutando de aquello y ahogando leves gemidos en su húmeda boca.

-No pasa nada...así está bien...-le dijo acariciándole el rostro y sonriendo levemente sin importarle donde estaba, solo le importaba que estaba a su lado.

Al sentir aquellos labios recorrer su cuello no lo pudo evitar y gimió levemente, entrecerrando los ojos, mostrando el placer que estaba sintiendo en aquel momento. Mientras gemía le acariciaba la espalda con dulzura, a causa del placer movía las piernas casi de manera descontrolada haciendo algo de presión en una zona sensible. Sus ojos se abrieron de par en par cuando le mordió con cuidao, a pesar de que le estaba tratando con delicadeza.

Se relajó y volvió a entrecerrar los ojos y a gemir a medida que le besaba y demás. Sus manos sin querer bajaron un poco más de la espalda, no tenía intención de hacer eso, no era porpio de él pero ahora estaba en un momento especial.

-Alexander...-pronunció su nombre en un ahogado gemido, acariciando su espalda con más pasión y cerrando los ojos de puro placer.

Sonreí al oír como mi nombre se escapaba de sus labios, parecía que por lo menos lo estaba disfrutando y se notaba que poco a poco se estaba dejando llevar por la pasión, aferrándose a mi espalda.
Subí con mis labios hasta el lóbulo de su oreja de nuevo, mientras con una mano empecé a desabotonar la camisa, lentamente, dejándome caer un poco más sobre él para rozar por encima de la ropa nuestros miembros.
Sujeté con la mano libre su cara, y le besé nuevamente, mordiendo sus labios al separarme, aguantando las ganas de probar algo más de él.
Cuando terminé con la camisa, sin quitársela empecé a acarciar con el dorso de la mano la tersa y pálida piel de su torso, deteniéndome en el pezón...
-No te contengas... Nanashi - le susurré, roznado mientras hablaba sus labios -Aquí estás a salvo... - Me relamí el labio, humedeciéndo tambien el suyo por la cercanía.

Nanashi gimió de nuevo al notar aquellos labios en el lóbulo de su oreja, le encantaba que le hicieran eso. Cuando ya si que no pudo contener un gemido fue cuando notó el miembro del muchacho rozar el suyo por encima de la ropa, aquello le excitaba demasiado.

Correspondió aquel beso de forma lujuriosa, al separarse dejó que un fino hilillo de saliva quedara entre la punta de sus lenguas, haciendo aquello mucho más erótico. Arqueó la espalda cuando notó como le acariciaba el pezón, sus manos no lo pudieron evitar y se deslizaron hasta llegar al talle de los pantalones del muchacho para luego introducir uno de sus dedos temblorosos por debajo de éstos y deslizar luego la mano.

-Eso me tranquiliza...-le dijo acercando más sus labios a los del muchacho y fusionándose con él en un apasionado beso mientras le acariciaba las nalgas con su mano temblorosa y cerraba los ojos de puro placer.

Él no era así de lujurioso, estaba perdiendo el control de su propio cuerpo, pero no era peligroso ya que él quería hacer aquello, no fue en contra de su voluntad como le hicieron hace varios años atrás.

Ronroneé complacido al notar como la participación del joven iba aumentando, aunque despacio, pero todavía no estaba del todo bien, pues el ligero temblor de su cuerpo no había pasado desapercibido para mi.
-No tengas miedo... pequeño -le susurré mientras deslizaba mis labios por su barbilla, dejando un pequeño surco de saliva por su cuello, su pecho, hasta determe en sus pezones, mordisqueándolos y lamiéndolos con suavidad, dejándome llevar por los apagados gemidos que provocaba en Nanashi.
Dirigí la mano hacia su corto pantalón, acariciando por encima suyo el miembro, para acto seguido empezar a desabrocharlo muy lentamente.

De nuevo arqueó la espalda al notar aquellos labios sobre sus pezones, estaba sintiendo un placer que no había sentido antes, de ahí que sus gemidos se subieran un poco de tono por aquel sentimiento.

Sus gemidos todavía aumentaron más cuando sintió aquella mano sobre su miembro, ya despierto por lo que le estaba haciendo sentir. Sacó la mano de debajo de los pantalones y le acarició el pelo, entrecerrando los ojos llorosos de puro placer. Su pequeño cuerpo temblaba a causa de este sentimiento que le invadía por completo y sin pensárselo dos veces dirigió su pequeña mano a la entrepierna del muchacho, acariciándosela aún por encima de la ropa.

-Nunca...he sentido nada igual...-le dijo entre gemidos y echando la cabeza hacia atrás, disfrutando del momento.

Un ligero gemido se escapó de mis labios cuando noté cómo su mano acariciaba mi entrepierna, erecta ya bastante tiempo antes, deleitándose con los gemidos de su amante.
Introdujé mi mano por debajo de su ropa, palpando su miembro caliente, mientras con mi boca me dirigí hacia su obligo, introduciendo la lengua en él mientras empezaba a masturbarlo lentamente por debajo de las apretadas ropas.
-Disfrútalo... mi pequeño... - ronroneé, deshaciéndome de sus pantalones y dándo una rápida lamida sobre la punta de su miembro

Al notar aquella lengua en su ombligo metió el vientre para dentro y arqueó la espalda, escapándolsele un gemido. Apartó las manos de donde las tenía y agarró las sábanas con fuerza, sintiendo un inmenso placer en su pequeño cuerpo.

Un escalofrío le recorrió la espalda cuando notó aquella lamida, ese escalofrío se convirtió en un sonoro gemido que fue incapaz de ahogar por más que quisiera. A causa de esta lamida su cadera se movió en un espasmo rozando con su miembro ya erecto la cara del muchacho.

-Alexander...-pronunció su nombre entre gemidos entrecortados, sin poder albergar tanto placer en su cuerpo.

-Tranquilo...- susurré, recorriendolo después lentamente con mi lengua desde la punta hasta la base, sonriendo picaronamente -Acabamos de empezar... - subí de nuevo dando suaves besos en la punta, mientras con la mano estimulaba la base.
Contemplé su rostro, con los ojos cerrados por el placer e intorduje todo su miembreo en mi boca, enroscándo la punta con la lengua, subiendo y bajando a un ritmo lento y tortuoso.

Todo aquello no era nuevo para él, pero el muchacho lo estaba haciendo de una manera tan suave que hacía que su cuerpo se estremeciera de placer e hiciera esos movimientos involuntarios.

Cuando se introdujo su miembro en la boca un gemido salió de su garganta, intentano ahogarlo para que no le descubriera nadie. Sin darse apenas cuenta llevó una mano a la cabeza del muchacho, acariciándole el cabello y ayudando a la masturbación, como si él quisiera marcar el ritmo. Arqueó la espalda y echó la cabeza hacia atrás, entreabriendo la boca, dejando ver sus afilados colmillos y escapándosele ahogados gemidos.

Sonriendo para mis adentros, al darme cuenta de que todavía se estaba reprimiendo mucho, dejé que marcase el ritmo, disfrutando de las tímidas caricias.
Con una mano, empecé a deslizar su camisa haciéndo que callera por sus brazos, sin distraerme, notando como la presión en mis pantalones aumentaba, intentando no mostrar ningún gesto de molestia y concentrándome en complacer las necesidades del pequeño, deleitandome con su sabor.
LLevé, mis dedos a su boca, acariciando sus labios, y suavemente sus colmillos... tan afilados.

Apartó la mano y le ayudó un poco a que le retirara la camisa. Se incorporó un poco y miró la entrepierna del muchacho, pensó que debería sentirse algo incómodo por aquella presión. Al meterle aquellos dedos en la boca y acariciar aquella húmeda cavidad, un fino hilo de saliva le recorrió la comisura de los labios. A causa de eso sintió ganas de morder, pero reprimió la ganas, con sus gélidas y muertas manos apartó la del muchacho de su boca para lamer sensualmente los dedos, mirándolos con aquellos ojos rojos como la sangre.

Se sacó los dedos de la boca y volvió a mirar la entrepierna del muchacho, con una mirada algo inocente y una sonrisilla perversa y lujuriosa.

-Debe de resutarle incómodo...-le comentó con una voz suave, alzando la pierna y rozándole la entrepierna con ésta, como provocándole más.

Siento los dedos humedecerse al contacto con la saliva del joven, observando desde mi posición la erótica escena...
Dejo escapar un ronco suspiro sobre la punta de su erección al notar el roce de su pierna contra mi miembro que estaba alcanzando una dureza que hacía mucho no conseguía...
-¿Qué pretendes.... Nanashi? - sonreí maliciosamente desatendiendo su entrepierna para besar con lujuria esos carnosos labios mientras empezaba a ejercer una ligera presión en su entrada, con los dedos previamente humedecidos, sin llegar a introducirlos, mordiendo su labio inferior.

Nanashi hizo caso omiso a la pregunta del muchacho y correspondió aquel beso lujurioso, rodenado su cuello nuevamente con aquellos finos y delicados brazos. Al notar la presión de los dedos del muchacho en su entrada, un sonoro gemido salió de su garganta, haciendo que retirara la pierna de la entrepierna del muchacho y abriéndolas para que le fuera mucho más fácil realizar la tarea. También arqueó la espalda, cerró sus ojos de puro placer al sentir aquellos labios junto con los suyos, era los labios que más deseaba en aquel momento.

Profundizó más aquel beso cogiéndole de la nuca y acercándolo mucho más a él, buscando su juguetona lengua e iniciando un juego persecutorio con ella. Respondió a aquella mordida, mordiéndole suavemente el labio inferior, rozándole con los afilados colmillos y mirándole con los ojos entrecerrados y llenos de lujuria.

-Sus labios son deliciosos...-le dijo casi con voz orgásmica, disfrutando de aquellos dedos jugueteando con su entrada.

Solté una ronca carcajada separándome lentamente de sus labios mienetras le miraba con un rastro de perversión en mi rostro, deteniendo los masajes de su entrada, pero dejando allí la mano para que pudiese notar el contacto.
-No me trates de usted... - le dije jadeando, sujetando suave, pero a la vez firmemente, su cabeza para que no pudiera hacer ningún tipo de movimiento y acercando mi boca a su oído para susurrar -...O tendré que detenerme - espiró sobre su oído esperando que se estremeciese...

Tragó saliva, jadeando un poco, le iba a costar no llamarle de usted pero iba a hacer el intento, no quería que se detuviera, estaba realmente bien al lado de aquel muchacho.

-Vale...me va a costar un poco...pero haré el esfuerzo...-le dijo entre jadeos, mirándole a los ojos fijamente y entrecerrados-...lo haré por...tí...

Al susurrarle en el oído un escalofrío le recorrió la espalda, haciendo que se estremeciera y un leve gemido saliera de su garganta, ahogándolo con la boca entreabierta y sus ojos rojos entrecerrados.

Aquel contacto de los dedos del muchacho contra su entrada le estaban volviendo loco, no podía soportarlo y aquello se notó en sus ojos llenos de placer.

-Así me gusta... - tras escuchar atentamente las palabras del joven, liberé su cabeza y lamí con lujuria su oreja mientras introducía el primer dedo, despacio... sin ir muy deprisa por miedo a lastimarlo, pues si mi teoría era cierta podría suponer un gran esfuerza para él.
Con la otra mano sujeté su miembro firmemente, masturbándolo intentando que alejara su cabeza de lo que pasaba en su entrada, lamiendo y dejando la marca de mis dientes en su cuello.

Sus jadeos y gemidos fueron en aumento cuando le introdujo aquel dedo en su entrada. A causa de esto cerró las piernas en un acto involuntario, sus gemidos se confundían con sus jadeos, era indescriptible lo que estaba sintiendo en aquellos momentos, nunca le habían tratado con tanta delicadeza como lo estaba haciendo aquel muchacho.

A medida que se fue relajando más abrió un poco las piernas, facilitándole más el trabajo. Se estremeció al notar aquellas lamidas y todavía más cuando le masturbó mientras le introducía lentamente el dedo en su entrada. Echó la cabeza a un lado, mostrando su pálido y apetitoso cuello. No quería ver lo que le estba haciendo, si lo hacía podría asustarse y entonces se acobijaría en una esquina de la habitación algo asustado, como lo hacía antes con su anterior familia.

Me estremecí un momento al ver como cerraba las piernas con la intromisión, pero cuando pareció acostumbrarse conseguí calmarme...
-No tengas miedo - susurré contra su cuello, deslizando mis labios y dientes hacia su pecho e introduciendo un segundo dedo, moviéndolos en círculo suavemente en su interior -Me detendré cuando así me lo pidas... - aumentó el ritmo de la masturbación, acariciando el glande con mis dedos que empezaba a humedecerse.

Al introducirle aquel segundo dedo su espalda se arqueó más y cerró los ojos suavemente, dejando escapar un sonoro gemido de su garganta. Al escuchar las palabras de Alexander asintió con la cabeza, algo dificultoso pero lo hizo.

Aquellos dos dedos estaban haciendo estragos en su pequeño cuerpo, al igual que la otra mano y los labios lujuriosos del muchacho recorriendo todo su cuerpo. Se relajó y dejó de pensar en todo lo referente a su pasado, dejando que el rostro y las acciones de aquel muchacho invadieran su mente y no pudiera pensar en más que eso.

Le faltaba ya poco para que aquel fluido blanquecino saliera a causa de aquellas manos expertas y eso se podía apreciar en sus ojos y en los gestos que hacía.

Cuando noté que se estaba acostumbrando, saqué los dedos de su interior, incorporándome sin soltar su miembro mientras con la mano libre desabroché mi pantalón lentamente, aflojándose así parte de la presión que ejercía mi miembro en él, aliviando en parte el dolor...
-Lo haremos a tu ritmo... pequeño - ronroneé, pasándole el brazo por la espalda e incorporándolo, acercándolo a mi, soltando su miembro para poder colocarlo en una mejor posición, sin dejar de repartir besos por todas las partes de su cuerpo que se encontraban a suficiente distancia esperando que no asustarlo, que no se arrepintiese de lo que estaba pasando.

Cuando estuvo ya frente a él en una posición más cómoda, asintió con la cabeza, jadeando y con el rostro algo sonrojado. El poco miedo que había en sus ojos rojos desapareció por completo, se sentía seguro con aquel muchacho, sabía que no le iba a hacer daño alguno ya que le estaba tratando con suma delicadeza.

Se abrazó a su cuello y le miró, esbozando una dulce sonrisa acercándose más y más a su rostro, besándole hambriento y bajando por su barbilla hasta llegar a su cuello donde sintió la tentación de morderlo. Exhaló aire sobre la piel del muchacho, abriendo la boca dispuesto a morderle y beber su sangre, pero pronto se dio cuenta de lo que estaba haciendo y cerró la boca rápidamente, mordiéndose el labio inferior arrepentido y haciéndose algo de daño.

Cuando se separó dejó que le viera el rosto, como de su labio inferior salía un pequeño hilo escarlata que le recorrió la barbilla.

-Puedes continuar...-le dijo con una voz suave mientras le acariciaba el rostro.

Noté sus colmillos presionar ligeramente sobre mi cuello sin llegar a rasgarlo y momentos después un hilillo de sangre se deslizaba por su labio, inundando mis sentidos con su aroma. Cerré los ojos intentando mantener la cordura, mientras con el dedo, limpiaba esa zona suavemente, eliminando de ella todo rastro de sangre... ligeramente tembloroso llevé el dedo a mis labios probando de su esencia, rezando internamente por no perder el control que ya de por sí me estaba costando mantener...
-Delicioso... - intenté decir evitando un ligero gruñido.
Liberé completamente mi erecto miembro, dejando que el joven cayerá lentamente sobre él, mientras alejaba mis labios de su cuerpo, temeroso de finalmente, morderlo.

Sonrió al escuchar aquel comentario sobre su sangre, acto seguido cogió la mano del muchacho y lamió sensualmente los dedos, introduciéndoselos en la boca mientras le miraba con ojos lujuriosos. Los gemidos se confundieron con los jadeos al contacto del miembro erecto del muchacho con sus genitales.

-Me gustaría probar tu sangre...pero no sé si podría controlarme...-le dijo con una voz sensual mientras movía las caderas haciendo que aquel roce fuera mucho más placentero.

Se levantó un poco, prácticamente unos centímetros, los suficientes para que el glande húmedo del muchacho rozara su entrada, haciendo algo de presión. Ya estaba listo para dar el paso, pero todavía seguía pensando si se controlaría si le mordía.

Su voz jadeante, el indescriptible aroma de la sangre, el contacto con su piel acabó por hacer que perdiese completamente la razón, importándome ya solo una cosa... hacerlo mío.
Desgarré mi camisa dejando a la vista mi piel haciendo un ligero corte en ella con mis uñas y sin dudarlo clavé mis colmillos en su clavícula deleitándome con su sabor meintras me recostaba sobre él y lo penetraba de una fuerte estocada, soltando su cuello con un ronco gemido... seguido de los gruñidos causados por el ansia de sangre, mientras con el dedo recogía la sangre de mi cuello y se la daba a probar embistiendo violentamente.