Regocijo: La sangre de los sacrificios

*La muchacha sintió una suave sensación de libertad y alegría, cuando vio la sangre de los traidores bañando los pies de Kain. Sus ojos violáceos - como se encontraban esta mañana - se posaron entonces sobre un aldeano que daba su tributum sanguine, con una pequeña daga que portaba en su cintura. Le complacía la devoción de su pueblo.*

*Descendió de su carroza, rodeada de sus guardias, y realizó una reverencia ante Kain. Se acercó sin vacilar y corto la palma de su mano para luego tocar con su sangre la imponente estatua. Comenzó los rezos al Dios en voz baja y profunda*

Mat avanzó serio e impasible. Observó al aldeano que se levantaba de dejar su sangriento tributo. Ese mismo aldeano abrió desmesuradamente los ojos y se puso pálido como la cera al ver a Mat Cauthon y a los dos soldados que le acompañaban. Mat observó en derredor. No había nadie, salvo una chica rezando y una carroza. Mat se disculpó mentalmente, para si mismo por enturbiar su momento espiritual. El aldeano comenzó a balbucear y a sudar, murmurando torpes palabras de disculpa, en las que expresaba su desconocimiento.

- Odio a los gusanos que vende información falsa…- la voz del hombre salió fría como el hielo. Ese hombre les había vendido información sobre una banda de delincuentes que iba por el ducado de Carlomen saqueando aldeas. La información, por supuesto, era obra de este pobre diablo, una mera forma de sacar dinero rápido. El muy idiota debió de pensar que no se molestarían en buscarlo. No contaba con esto. Gungnir centelleó en sus manos. La aferró con la izquierda y la hoja cortó aire y carne a medida que subía verticalmente. La negra hoja de la lanza se hundió en el vientre del hombre y subió a una velocidad pasmosa y en línea recta. Desde el vientre hasta la misma barbilla.- Ir a su casa. Este bastardo os invita a unas copas.

Miró la escena, la cual interrumpió sus plegarias. Su ceño se frunció al ver al aldeano muerto, inmerso en un charco de sangre. Miró de nuevo al militar; parecía de alto rango, no portaba insignias de Haggart, sino que tenia las marcas de ser Galbraith. Con paso firme, escoltada por su guardia real, se aproximó al militar. Sus ojos se clavaron, furiosos, en el rostro del hombre. Se aclaro la voz y tomó una bocanada de aire para proseguir diciendo:

- ¿Con que autorización la facción Galbraith ataca a un aldeano residente en el ducado de Haggart? El derramamiento de sangre de este aldeano es un claro insulto a nuestras tierras y exijo a usted, militar, que me de una explicación a lo que ha hecho con tanta impunidad.- Sus soldados le superaban en número. Estos salieron de los pasillos entre las casas, que vigilaban a la Duquesa con recelo.

Mat observó con una sonrisa a la chiquilla. Vaya… No era una noblecilla de tres al cuarto, es más, los soldados eran de alto rango. Una Haggart sin duda. Oyó el chirrido de las espadas de sus dos soldados al desenvainarse. Mat alzó la mano izquierda en señal de alto. El sonido cesó con el seco golpe que devolvió las armas a su sitio. Volteó su propia lanza y la clavó en el suelo. Entre los ejércitos, clavar un arma con astil en el suelo simbolizaba un tácito deseo de no agresión.

- La venta de falsa información es delito tanto en tierras Galbraith como en tierras Haggart.- dijo como única explicación al tiempo que escupía sobre el cadáver.- Considere ese cadáver como un regalo. Archerland se ahorrará dinero por sus mentiras, y también las molestias de tener que capturarlo y juzgarlo.

No me es ninguna molestia el juzgar a quien se le acusa de un crimen. Nuestro sistema es competente para realizar estas... molestias
-Miró al cadáver del hombre, con la sangre esparcida sobre el mármol de la base en la estatua de Kain. Sus ojos se posaron en el cielo para luego depositarse en el rostro del General.-

Ya el hombre ha fallecido, así que no tiene sentido seguir hablando sobre él. Más no permitiré que esto se repita: si hay alguna sospecha de parte de Galbraith sobre alguien en mi región, esta debe ser comunicada a mi, lo cual yo decidiré que destino le depara. -Su semblante era totalmente serio - No permitiré que soldados de otra facción irrumpan en mis tierras como si fueran las propias. Por favor, enviale este mensaje a Galbraith. Y si no tiene que comunicarme otro intento de envío de información o como fuere, le invito a que se retire de Archerland.