Amargos recuerdos...

El día estaba completamente nublado, así que pudo salir sin ningún tipo de impedimento. Gran cantidad de recuerdos se le venían a la mente, pero solo uno le invadía completamente la mente...aquel muchacho, Alexander. Al salir de la cantina tropezó con todo el mundo, pero no le importó en absoluto y siguió su camino hasta aquel maravilloso río. Solo quería sentir la naturaleza, intentar olvidarse de todos aquellos problemas

Sus ojos rojos como la sangre volvienro a inundarse en lágrimas, no había llorado tanto en su larguísima vida. Antes de llegar al río, en un espeso bosque, alzó la cabeza y miró al cielo nublado, no había peligro en que saliera el sol, las nubes eran demasiado espesas y se veían en el horizonte. Se paró y siguió mirando al cielo, parecía que iba a llover de un momento a otro, pero no le importó, así sus lágrimas amargas se camuflarían con la lluvia. Después de esto reanudó su marcha hacia el río. Una vez allí, se dirigió hacia la orilla del río y miró el agua cristalina, reflejando su cara de tristeza en ella. Acto seguido apartó la mirada, no quería verse la cara, aquel rostro había hecho que Alexander se fuera y no estaba muy seguro de que volviese algún día. Un sentimiento de angustia le invadió todo el cuerpo, se le hizo un nudo en la boca del estómago y casi no podía pronunciar palabra alguna.

Al poco rato, unas gotas cayeron sobre su cabeza, alzó las manos y dejó que unas cuantas gotas de agua cayeran sobre la palma de su mano, mojando la venda que tenía en la muñeca herida por su anterior amo. Se retiró la capa y la dejó a un lado, quería sentir aquellas gotas en su pequeño cuerpo. Alzó un poco la cabeza, las gotas de lluvia cayeron sobre su rostro, quería borrar todo mal sentimiento, no podía soportar llevar la carga de ese sentimiento de culpa. Se quedó de pie con la cabeza alzada, intentando relajarse. A causa de su tan pálida piel parecía una estatua de mármol en aquel río.

-¿Por qué...? Alexander...-se preguntó a sí mismo en voz baja y entreabriendo sus ojos rojos como la sangre-...fue mi culpa...

Sus ropas ya empezaban a mojarse considerablemente, su pelo bien peinado predió toda la forma y no logró borrar aquellos sentimientos, estaba condenado a cargar con ellos, como todos sus recuerdos. El momento agradable que pasó con Alexander desapareció por completo de su mente, se sentía vacío.

Observé y escuché cómo el joven salía de la cantina... quería asegurarme de que se encontraba bien y marcharme para siempre... no dejaría que nada como aquello volviese a pasar. Fue enconces cuando lo escuché culparse... Un gruñido salió de mis labios apareciendo ante él con una mirada fría...
-No es tu culpa... - tenía que conseguir que se alejara de mi... para siempre... -Yo... soy así... y si pudiese lo volvería a hacer... no es bueno que te acerques a mi... olvídame... - todo lo dije sin apartar mi mirada de la suya... girándome al momento de acabar... -Sería mejor si nunca nos hubiésemos conocido... así que haz como si nunca hubiese pasado nada... -solté tajante

Se sorprendió que Alexander se acercara a él, no se lo esperaba en aquel lugar. Cuando lo vio delante suyo no bajó la cabeza, solo la mirada, escuchando todo lo que estaba diciendo; cosa que provocó que sus ojos se abrieran de par en par y dejara escapar muchas más amargas lágrimas. Agachó la cabeza hasta posicionarla correctamente y se acercó a él, esbozando una sonrisa propia de un loco.

-Ya me da igual que pase otra vez lo mismo…la culpa es de mis recuerdos…ya no volveré a asustarme por lo que me hagas, sé cómo vas a actuar…no me asustaré…-le dijo mientras se acercaba a él sin borrar aquella sonrisa de loco de la cara-Nunca jamás podré olvidarte, no por lo malo que has hecho sino porque lograste hacerme reír…

Cuando el muchacho se dio la vuelta y dijo aquello, Nanashi hizo oídos sordos, no quería escuchar nada más. Le agarró fuertemente por la camiseta y se puso de puntillas, para poder llegar mejor a su cara y mirarle a los ojos. Enseñó aquellos blancos y afilados colmillos manchados de sangre en el momento de sonreír de aquella manera, como si estuviese loco, y prácticamente lo estaba.

-No estás bien... por mucho que finjas... - lo apartó de un empujón... ya no sólo por que no quería seguir ahi... había sangre... todo podría acabar muy mal... -Y tú actitud es la que lo demuestre...
Le sonreí con ternura mirándole a los ojos...
-Podrás ser feliz... si has podido sonreír una vez... no importa lo que pase... puedes estar seguro de que lo lograras nuevamente... por mucho que pienses que no es así...
Retrocedí... rogando por que no volviera a abalanzarse sobre mi... quería dejar las cosas bien... pues la otra opción sería mucho más dolorosa... le habría hecho daño dos veces y no quería que fuera así...

Al apartarle de un empujón eso fue ya la gota que colmó el vaso y el detonante de su verdadero yo interior, y eso no era lo que él quería, se había guardado aquello desde hace demasiado tiempo…

-¡No puedo más, esto me está haciendo más daño! ¿¡No te das cuenta!? ¡No quiero olvidarte! ¡Te quiero, Alexander!-le dijo entre enfadado y triste, y era cierto, el decirle que le olvidara estaba haciendo que sufriera más, se dio cuenta de que le estaba gritando y volvió en sí-Lo siento mucho…no quería gritarte…

Apartó la mirada del muchacho y le dio la espalda. Apretó los dientes con fuerza y los puños, no sabía lo que sentía, tenía una gran cantidad de sentimientos en su interior pero no era bueno echarlos todos de golpe, podría hacer algo de lo que se arrepintiera el resto de su inmortal vida.

-Si quieres que te olvide nunca seré feliz…-le dijo volviendo la cabeza y mirando al suelo, triste y destrozado completamente.

Suspiré con resignación ante todo lo que había dicho el joven... Iba a arrepentirse por mucho tiempo de lo que estaba a punto de hacer... pero era la única solución... debía lograr que me odiase... reprimiendo las lágrimas me acerqué hasta él.
Lo sujeté por la barbilla obligándole a que observara mis inexpresivos ojos... Una punzada de dolor atravesó mi corazón cuando las palabras empezaron a salir de mis labios...
-Siento haber conseguido que se enamore de mi... no era tal mi intención... - sonreí con crueldad... - Espero pueda usted entender que no corresponda a sus sentimientos... pues todo formó parte de mi profesión... - las palabras desgarraron mi interior, pero no dejé que lo notara... -Ahora... debo regresar a mi trabajo - tras besar suavemente su mejilla evitando la sangre, hice una cortés reverencia... dejándole por fin libre...
"Encuentra a alguien que pueda hacerte feliz" Fue lo último que pasó por mi mente... dando media vuelta y empezando a caminar con paso decidio y elegante por entre los árboles... si aún y con esas se resistía... tendría que optar por darle esquinazo...

Sintió como si veinte mil alfileres se clavaran en su muerto corazón cuando le dijo que no correspondía a sus sentimientos, pero lo aceptó sin más, era algo normal. Cuando le alzó la cabeza para que le mirase apartó la mirada, no quería verle los ojos.

-Aunque no corresponda a mis sentimientos sabrá que siempre le amaré…-le dijo mirando al suelo, evitando cruzar miradas con él.

Cuando le besó en la mejilla abrió los ojos de par en par, sorprendido por lo que había hecho…pero al rato recordó todo lo que había pasado con él, los buenos momentos y demás…estaba roto, nunca se había sentido tan mal…y todo por culpa de sus recuerdos. A causa de esto cayó al suelo de rodillas, frustrado y lleno de rabia, dio varios puñetazos al suelo mojado por la lluvia. Se hizo daño en la mano que tenía vendada por culpa de los puñetazos.

-¿Otra vez me deja así? …-le preguntó en voz baja mirando al suelo, dejando que unas lágrimas recorrieran su pálido rostro y terminaran camuflándose en un pequeño charco que había debajo.

Se incorporó un poco, aún sentado en el suelo y se retiró la venda, dejando aquella herida a la intemperie. Acto seguido llevó sus afilados colmillos hacia ésta, los clavó con fuerza y desgarró parte de su fría piel. Después de tantos años, esa herida aún le dolía. El dolor provocado por aquella mordida se hizo más intenso, provocando que al separarse, un desgarrador grito de dolor saliera de su garganta. Cuando se le calmó un poco el dolor de la muñeca se levantó, no le importaba lo que Alexander pensara, él tenía que ir con el muchacho. A causa del suelo reblandecido por la lluvia, el tacón de su zapato quedó clavado en la tierra, haciendo que cayera al suelo y se torciera brutalmente el tobillo. Un grito ensordecedor salió de su garganta dejándole casi sin voz, solo la suficiente como para gritar un instante.

-¡Mi tobillo!-gritó incorporándose un poco y llevando sus temblorosas manos hacia el tobillo torcido.

El dolor era insoportable, más que el de la herida de su muñeca que pronto dejó de sangrar. A causa de ese último grito quedó ronco, le molestaba hablar, le raspaba la garganta. Levantó la rodilla de la pierna sana y apoyó la frente sobre ésta, cerrando y paretando los dientes con fuerza mientras acariciaba suavemente su tobillo torcido.

Suspiré... oír sus gritos me hacía daño... pero no debía quedarme allí... era imposible... tenía que intentar retomar mi vida... olvidarme detodo lo que había pasado... ante todo debía de alejarme de aquellos a los que pudiese dañar... Pero no podía dejarle así... herido... aunque no le gustara usaría mis poderes... desde la distancia... y me marcharía... para siempre de su vida...
Cerré los ojos intentando mantener el autocontrol cuando estos se volvieron negros como la noche... intentando no dejarme llevar por la muerte... Analicé su esqueleto buscando algún tipo de defecto hasta que lo vi... en su pierna una pequeña fractura...
-Cuidate... - susurré escondido entre los árboles... mientras centré mi mente en cerrar aquel problema en su pierna... Así por lo menos no le dolería...
Salí corriendo antes de perder por completo la cordura...

Apartó la vista, no podía mirarle ya a los ojos...no le hizo daño cuando ocurrió el suceso de la cantina, sino ahora, con esa actitud de desaparecer de su vida lo más rápido posible. No le dirigió palabra alguna; además era cierto que casi no podía hablar, cerró sus ojos llenos de lágrimas y apretó los dientes con fuerza, realmente dolido por lo que estaba sucediendo. Escuchó aquella palabra y se le clavó en el pecho, no podía soportarlo más...Se dio media vuelta, dándole la espalda y se retiró con cuidado la bota de tacón, lo que no pudo evitar es que le doliera un poco. Cuando se la quitó y también se retiró la media, vio como su tobillo estaba algo inflamado y amoratado...cada vez se lesionaba más, no valía para nada...

Se abrazó las piernas y escondió su rostro entre sus brazos, esperando a que el Sol hiciera acto de presencia en el cielo y acabara con su penosa vida. Las gotas de lluvia se hacían cada vez más escasas, lo más probable es que faltara poco para que las nubes desaparecieran del cielo, pero aún así decidió quedarse allí, a la espera de que aquella luz le abrasara la fina y suave piel, reduciéndolo a cenizas...ya su vida había perdido todo su sentido. Dudaba que fuera alguien a salvarle la vida, conocía a muy poca gente en el reino...

¿Qué narices pensaba hacer...? ¿Pensaba quedarse ahí a morir?
Suspiré enternecido observando la escena... mi "otro yo" era demasiado... mono si había logrado eso...
Caminé hacia el joven decidido... "Por una vez te mereces mi ayuda... Alex..."
Cuando llegué hasta él agarré la camisa del joven y le pegué un fuerte puñetazo...
-¡Escóndete ya, idiota!... si de verdad... "me quieres" - dije en un intento de no desorientarle... ...Aprovecha esta oportunidad que te "estoy" brindando de encontrar a alguien que te haga feliz pues "yo" no puedo garantizarte esa felicidad... ahora sal de aquí y marchate a un lugar seguro... - Acto seguido le solté en el suelo, me giré y me fui... esta vez no dejaría que "Alex" volviese a tomar el control y acabase volviendo hasta él para hacerle daño de nuevo... "Ya me darás las gracias..."

Ni siquiera escuchó como el mayor se volvía, pero ya se dio cuenta cuando le cogió de la camisa y le porpinó aquel puñetazo. Se quedó perplejo no sabía como reaccionar, no sabía si enfadarse con él o simplemente aceptar aquel puñetazo ya que se consideraba un completo idiota. Sin dirigirle la mirada, aún en estado de shock por el golpe, escuchó cada palabra que eran como pequeños alfileres que se clavaban en su muerto corazón.

Cuando le soltó en el suelo se llevó la mano hacia la cara donde le había porpinado el golpe, se podría decir que aquello le había ayudado a reaccionar y dejar todas las tonterias de lado. Quiso hablarle pero a causa de los continuos y fuertes gritos no podía articular palabra alguna.

Intentó levantarse del suelo, pero a causa de la fractura en el tobillo no pudo mantenerse bien en pie y cayó al suelo torpemente. Estaba perdido, no podía correr ni siquiera andar, tenía que mantener algo de reposo para que por lo menos pudiera dar unos pasos hasta encontrar un buen lugar donde cobijarse hasta que oscureciera. Volvió a intentar levantarse y andar, pero fue una tarea en vano. En aquellos momentos ni una lágrima recorrió su rostro, éste volvía a ser tan inexpresivo como siempre. Se sentía impotente, como una fractura de nada podía meterle en un gran aprieto.

"Haz un esfuerzo... Nanashi... tú puedes - pasó por su mente observándolo desde la distancia... si lo que había hecho no había servido para nada... entonces no valía la pena molestarse por hacer nada...
Siguió observando sin intención de acercarse a ayudar... sonriendo y pensando en añadir su esqueleto a "su colección"... y sabiendo que si no le hubiera importado a su "Alex" ya lo habría incluido... Bostezó, mirando al cielo de vez en cuando... no fuese a pillarle el sol desprevenido...

Tras varios intentos de levantarse lo consiguió, se mantuvo en pie largo rato para después comprobar que podía caminar. Para hacerlo con mucha más facilidad se quitó la otra bota, cogió la que estaba tirada en el suelo y también su capa, que volvió echarse encima. Se quedó por un momento pensativo, sin saber a donde dirigirse, de pronto divisó una pequeña cueva, parecía perfecta, así que caminó lentamente procurando no hacerse mucho daño y mirando bien por donde pisaba. "Tendré que aceptarlo, no puedo seguir luchando por ello, me doy por vencido..." pensó mientras se dirigía a la pequeña cueva.

Se quedó parado en la entrada, de un simple vistazo comprobó que no había ningún animal salvaje que pudiera hacerle daño. Una vez comprobado ésto se adentró un poco en la cueva, pudiendo ver perfectamente el exterior, acurrucó la capa a modo de cojín y se sentó posando su pierna herida sobre éste. A causa de la grna cantidad de lluvia que le cayó encima no lo pudo evitar y estornudó, dándole después una fuerte punzada en la cabeza que le obligó a cerrar los ojos y apoyarse en la fría pared de la cueva.