Llevando flores...

Aquel día no se había acostado, y todo para visitar las tumbas de sus padres que murieron hace años a manos de unas criaturas como la que era él en la actualidad: un vampiro. El día estaba completamente nublado, el Sol se escondía detrás de las espesas nubes, ocultándolo por completo, sin dejar que un solo rayo de éste traspasara la espesa barrera en el cielo. Era de día pero parecía que era de noche, las nubes estaban completamente grises, dentro de poco empezaría a llover y a tronar, ya que aquellas nubes estaban cargadas.

Anduvo hasta la tumba de sus padres que preparó él en una esquina del cementerio, y al lado estaba la tumba de su anterior dueño. Era contradictorio lo que estaba haciendo, había levantado la tumba de ésta a pesar de todo el daño que le hizo. Llevaba en sus frías y muertas manos un gran ramo de rosas que había cogido del campo antes de ir al cementerio.

-Padre…Madre…Aurel…os echo de menos…-dijo mientras dejaba delicadamente el ramo de rosas entre las tres tumbas dispuestas una al lado de la otra.

Se levantó del suelo y miró con tristeza las tumbas, tenía pensado quedarse allí un tiempo, el suficiente como para que no le llamaran la atención. De pronto, una gota de lluvia cayó sobre su cabeza, haciendo que mirase para arriba, acto seguido, otra gota le cayó en la cara, provocando que cerrara los ojos al notarla caer, pero pronto los abrió y volvió a mirar hacia abajo, hacia las tumbas. Aquella lluvia se hizo un poco más intensa, las gotas caían sobre el ramo de rosas, mojándolas graciosamente. Su espeso flequillo se mojó, cayendo sobre su rostro de la misma manera. si en aquellos momentos tuviera compañía no le importaría en absoluto, pero...¿quién acompañaría a un vampiro? Eso fue lo que se preguntó para sus adentros.

Se acercó con sigilo y silencio; aunque le parecía una tontería venir a ver los cuerpos ya inertes de los que se habían ido, cuerpos que solo servían para alimentar la tierra, encontraba las tumbas un lugar de meditación: tal vez, le hacía recordar la vida pequeña y simple que jugaba en el umbral de la muerte. Como sea en el caso, miró con extrañeza al joven que depositaba unas flores sobre unas tumbas juntas. "Su familia" supuso la jovencita. La lluvia comenzó a bañar el suelo hasta ese momento algo árido. Se colocó la capucha para no mojar su cabello y se acercó aun más hasta que quedó a su lado. No lo miró, solo que quedó absorta sobre los epitafios.

-¿Tu familia, verdad? - Dijo, lo suficientemente fuerte como para que su voz no sea apañada por el caer de la lluvia.

Estaba absorto en sus pensamientos, oyó unos pasos sobre el suelo mojado pero hizo caso omiso a ellos, ahora tenía la mente ocupada en otra cosa. Ésta se desocupó cuando notó como alguien se situaba a su lado y le dirigía la palabra, cosa rara para él. Giró levemente la cabeza y miró a la chica con su semblante triste de siempre.

-Sí, mi familia y mi antiguo amo…-le contestó con una voz suave pero que se escuchó a pesar de la lluvia-No es por inmiscuirme en sus asuntos, más…¿qué hace una bella dama saliendo en un día tan lluvioso?

Intentó ser lo más educado posible con su pregunta y sin dejar de mirarla un solo momento. Por este periodo de tiempo había dejado de mirar las tumbas de sus antepasados y fijado su interés por la muchacha que se le había acercado.